DETRÁS DE LAS NUBES, SE ENCUENTRA EL SOL

Los países, los pueblos y el mundo, solo se transforman cuando personas de la misma sociedad realizan acciones y crean programas que generen opciones para la comunidad en la que habitan.

 

Lialdia.com / Martha Liliana Polanía Perdomo / Bogotá / Colombia/ 3/12/2018 – Colombia es un país de profundos y marcados contrastes. En su geografía, en la idiosincrasia de la gente, en sus costumbres, en su gastronomía, en la forma de hablar y sus acentos, en su folklor. Estos contrastes nos hacen únicos, diversos e inmensamente ricos. Existen por el contrario otros contrastes que son difíciles de entender y que exigen acciones concretas para resolverlos desde sus orígenes. Que cohabiten dentro de las ciudades mas representativas de nuestro país, como Bogotá, Medellín o Cartagena, nuestra ciudad emblema, zonas de riqueza y de pobreza igualmente enormes, es algo que no debería ocurrir.

Si estos contrastes se viven dentro de una misma ciudad, es casi lógico que se profundicen en zonas alejadas de nuestro territorio, en puntos cardinales distantes de Bogotá y de las principales capitales.

En estas regiones existe otra Colombia. Y allí, en uno de estos lugares, en las sabanas de Sucre, en medio de extensiones de tierra dedicadas a la ganadería, se encuentra San Luis de Sincé. Tuve la oportunidad de conocerlo hace unos pocos días. Llegué a una población donde lo primero que llamó mi atención fue su arquitectura. Una memoria viva representada en algunas casas que son testigos de un pasado grandioso. Casas con altas paredes en madera, celosías hermosamente talladas, techos a dos aguas, así como otras bella viviendas construidas en bareque y techos de paja.

En la plaza principal se destaca una casa de dos pisos,digna representante de esta arquitectura de madera. Es la casa paterna de Gabriel García Márquez. En Sincé nació Gabriel Eligio García, Padre de Gabo y fue también, Sincé, hogar de este tejedor de historias.

Sincé es como un buen libro que se deja descubrir con cada palabra leída, revelando su identidad alegre, talentosa desde sus ancestros, de gente cálida como su clima, de sonrisas amplias y corazones tranquilos.

Mi visita tenia como objetivo conocer el lugar desde donde un par de meses atrás habían viajado a Bogotá un grupo de niños, de músicos, que con su forma de tocar conquistaron mi corazón.

InCrescendo es un programa social que usa la música como medio para ofrecer a los niños y jóvenes de Sincé una alternativa de vida, un horizonte que los llene de sueños, de deseos, de nuevas expectativas para su futuro y un presente de aprendizaje no solo musical, pues la escuela de música es un espacio que los forma como seres humanos responsables, comprometidos y disciplinados, donde el respeto por el grupo, por lo que cada uno puede aportar, es fundamental para los resultados que obtienen como Orquesta Filarmónica. Es un programa que va dirigido a la población joven pero que sin duda alguna, impacta de forma positiva en los adultos, en sus familias, en todo aquél que se toma el tiempo y se da la oportunidad de conocerlo, disfrutarlo y llenarse de esperanza. Esto es quizás lo más bonito e importante que InCrescendo regala. Esperanza. En una sociedad más incluyente, con oportunidades para cualquier persona que desee cambiar una realidad, que tenga las ganas de aprender, de conocer el mundo por medio de notas musicales, de soñar y volar con cada melodía que se apropia del aire cuando suenan cuerdas, vientos, percusión, con cada gesto, por sutil que parezca, del director de orquesta. Esperanza para dejar libres todos los sueños que corazones infantiles y jóvenes, imaginen para hacerlos realidad con un trabajo constante y permanente en la escuela de música.

 

 

Es allí, en un salón de la Casa de la Cultura de Sincé, donde InCrescendo gesta una nueva generación de ciudadanos que conquisten lugares alejados de sus fronteras.

El sueño que inició hace cinco años, su fundador y gestor, Manuel Sierra, ha alcanzado en pocos meses sorprendentes magnitudes sociales y musicales. Hoy en InCrescendo  se están formando más de cien niños. Niños que ocupan su tiempo de manera sana, invierten sus horas en descubrir y aprender sobre músicos, melodías y acordes diferentes a los de su tierra. En el salón de clase se conocen e intercambian ritmos, Beethoven, Grieg, Mozart, Fauré, con Lucho Bermúdez, Arturo Márquez, Pablito Flórez; el porro, la cumbia y los danzones, coquetean armoniosamente con las sinfonías, suites y las sonatas.Este intercambio cultural se ha extendido a sus madres, padres, abuelos, tíos y a la población estudiantil de Sincé, con el objetivo de llegar en un futuro próximo a cada uno de sus 35mil habitantes.

Con el paso de los años, InCrescendo se ha convertido en una gran familia dentro de la cual se apoyan y ayudan de diferentes formas, para que el programa continúe su labor transformadora. En esta familia, Jisela Sierra es una “mamá grande” que está pendiente de las  necesidades, tanto de la escuela, como de cada uno de los niños. Ella  cuida día a día de infinidad de detalles para que todo funcione y se garantice el desarrollo permanente del programa.

 

Manuel Sierra y Rodolfo Badel

El nivel musical que la orquesta filarmónica ha alcanzado  es asombroso. Bajo la dirección del compositor Rodolfo Badel este grupo de jóvenes músicos, sueña con presentarse en auditorios del mundo que les abran las puertas y frente a espectadores que reconozcan su talento y nivel interpretativo. El sonido InCrescendo se está gestando. Rodolfo no solo tiene la capacidad de encontrar talentos interpretativos innatos en sus alumnos; los lleva por el camino de la excelencia musical, los motiva y exige para ser cada día mejores músicos y seres humanos, los acompaña a descubrir en cada uno su grandeza musical, los alienta a ser arriesgados, a componer sus propias piezas musicales. Este sueño de producir piezas originales con el sonido InCrescendo, mezcla de acordes  clásicos y sonidos de instrumentos folklóricos, constituye uno de los infinitos retos y sueños a realizar.

Los niños y jóvenes que hacen parte de InCrescendo son la savia que mantiene viva la escuela, los esfuerzos y los sueños  de Manuel, Jisela y Rodolfo. Son ellos la razón de la existencia, permanencia y trascendencia del programa InCrescendo.

 

 

Salón de clase de InCrescendo

Los países, los pueblos y el mundo, solo se transforman cuando personas de la misma sociedad realizan acciones y crean programas que generen opciones para la comunidad en la que habitan. Programas como InCrescendo son los que esculpen esta labor de cambio, son los que merecen el respaldo, apoyo y difusión de quienes tenemos la oportunidad de conocerlos.  Son los que, sin reparos, ofrecen alternativas y devuelven la fe a sociedades saciadas de injusticia.

De esta generación de jóvenes músicos que hoy hacen parte de la Orquesta Filarmónica InCrescendo, el mundo conocerá violinistas, chelistas, clarinetistas o compositores, que pondrán a Sincé su pueblo, en los labios de directores, críticos, compositores y público del mundo entero que disfrute y aplauda emocionado interpretaciones que germinaron en un caluroso y desconocido pueblo de la región caribe colombiana.

Martha Liliana Polanía Perdomo *

Lialdia.com 

*Escritora y poeta